Por necesidad, por curiosidad o con la firme
intención de instruirse a través de la experiencia ajena, abrirle las
puertas de casa o departamento a un visitante extranjero es una opción
en crecimiento para aquellos que tienen una cama o habitación
desocupada.
Durante todo el año, estudiantes, familias o simplemente solteros con
espacio, alojan a visitantes de todo el mundo que llegan a Córdoba para
desarrollar sus estudios o en calidad de turistas.
En la mayoría de los casos, esta tendencia está fundamentada en dos
razones que son imposibles de disociar: la posibilidad de tener un
ingreso de dinero extra al cobrar una tarifa por noche, semana o
mensual, y, al mismo tiempo, enriquecerse con el intercambio cultural
que implica la convivencia con una persona de otro país. En la web, se
puede acceder a cientos de ofertas de este tipo.
Familias adoptivas
Carolina Martínez podría considerarse una adelantada en la materia.
Fue hace cuatro años cuando ella, junto a su hermana y su madre,
decidieron aprovechar la habitación que tenían libre en su casa en
barrio Alto Alberdi para intentar paliar la incómoda situación económica
que atravesaban.
“Cuando lo decidimos fue por cuestiones económicas y lo vimos como
una buena alternativa. En ese momento no había muchos que lo hiciera, en
cambio ahora me parece que hay un flujo de gente y opciones mucho
mayor”, recuerda.
Desde aquel momento, recibieron a personas de Holanda, Alemania,
Bélgica, Canadá, Estados Unidos y México. “Se quedan en promedio un mes,
y algunos más tiempo”.
“Recibimos turistas, pero la mayoría viene a estudiar idiomas”,
apunta, y dice que “se van fascinados con la gente y la cultura. Casi
todos vuelven, porque el cambio les favorece”.
Distinto es el caso de María del Pilar Elorza y su familia, que ya
recibieron a dos personas en los últimos dos años “por el intercambio
cultural, para conocer el idioma y sus costumbres”. “Las dos personas
vinieron por turismo y eran jubiladas de Suiza y Canadá, y eligieron
venir una casa de familia para aprender más de nuestra cultura”, explica
María.
Opción para solos
“¿Por qué no probar vivir con una persona que sea del exterior?”, se
planteó Pablo Morales hace un año y medio. Para este estudiante de
Ingeniería en Computación, que llegó desde Chubut hace seis años y vive
solo, primero fue la curiosidad. Pero se terminó de convencer “porque me
parecía importante el ingreso extra que podía aportar para abaratar
costos”.
“Acá en Nueva Córdoba hay muchos estudiantes que lo hacen”, expone, y
narra cómo fue la experiencia de convivir durante cinco meses con un
francés de 22 años. “Era un estudiante de arte y, al principio, la
convivencia fue difícil por el tema de la comunicación, pero nos
acomodamos y hasta acordamos que él cocinara y yo lavara”, se ríe.
Asegura que este verano tuvo muchas ofertas que rechazó, para poder
vacacionar en sus pagos.
Tomás Arinci es músico, trabaja en el Teatro San Martín y hace tiempo
alquiló un espacioso departamento para convivir con su novia. El tiempo
y los caprichos de cupido lo encontraron tiempo después con un par de
camas libres. “Tenía que aprovecharlo porque sale muy caro”, afirma. En
un año y medio ya recibió a unas 10 personas de distintos países.
“Se suelen quedar mucho tiempo, están más cómodos y les sale mucho
más barato que un hotel o un hostel”, dice Tomás. Actualmente, convive
con un joven estudiante de Francia (ver aparte).
Después de vivir un año en un hostel en Buenos Aires, Andrea Ovejero
volvió a Córdoba decidida a abrir las puertas de su casa a extranjeros.
Ya pasaron personas de siete nacionalidades. “En casa las reglas están
escritas en cada cuarto; yo les enseño muchas cosas de acá y ellos a mí
de sus países”, señala, antes de resaltar que lo que más les gusta a los
visitantes de afuera “son nuestras reuniones con choripaneada”.
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